Cordelia Bonal
Entrevista a Michael Ayari, autor de un informe sobre el salafismo en Túnez en que analiza el endurecimiento del discurso del gobierno islamista con respecto al movimiento salafista.
Endurecimiento en Túnez, en los últimos días, contra el movimiento yihadista. Luego de la prohibición de la conferencia de Ansar-al-Sharia por parte del gobierno islamista de Ennahda, la principal fuerza yihadista del país, la policía y los salafistas se enfrentaron el domingo en Túnez. El balance concluyó con la muerte de un opositor y 18 heridos incluidos cinco policías. El primer ministro Ali Larayedh llamó fuertemente la atención a Ansar al-Sharia el mismo día denunciándolo por primera vez como aliado del “terrorismo”. Antes el gobierno había sido acusado de dejar a la deriva el movimiento radical desde enero de 2011, bajo la influencia de Abu Iyadh. Michael Ayari un analista de International Crisis Group y autor en febrero de un informe sobre la violencia y los desafíos salafistas en Túnez analiza el cambio del discurso.
¿Está girando el gobierno tunecino con respecto al movimiento salafista?
Lo nuevo es el discurso del Primer ministro Ali Larayedh, que no solo habla como representante de Ennahda sino además como responsable del Estado. Hasta ahora hablaba de “salafistas” o de “islamista extremistas” cuando se refería a Ansar al-Sharia. Ahora usa el término “terrorista”. Estamos en la continuación de la puesta en escena de la seguridad, planteada desde setiembre. Se no ta que se está poniendo en marcha un dispositivo, expertos e instituciones que reglamentan las cosas. En esta ocasión se ha catalogado a Ansar al-Sharia como un movimiento muy peligroso. Es la primera vez que un movimiento que no es de masas como Ansar al-Charia se califica de este modo.
¿Por qué este endurecimiento del discurso?
Es difícil saber cuál es la estrategia de Ennahda, que no es un partido homogéneo. Se podría suponer que el gobierno ha querido definir un marco: “Estos son los límites que planteamos a Ansar al-Charia, a partir de aquí podremos dialogar” A menos, sería otra hipótesis, que no se halle embarcado en una lógica de seguridad del día a día, lo que sería más preocupante. Esta escalada de la seguridad tiende también sin duda a asegurar a las fuerzas del orden y de la población. La fuerte sensación de inseguridad que existe en Túnez se ha incrementado en los últimos tiempos debido a los rumores sobre la circulación de armas y la porosidad de las fronteras con Argelia y Libia. Las clases medias tienen miedo y el temor al salafismo parece impulsar la unión. Si ahora Ennahda endurece el tono también puede ser porque últimamente se ha superado una serie de tensiones: Respecto al acuerdo sobre la Constitución, el control de la Liga de Protección de la Revolución (acusada de actuar como milicia islamista)… La situación se ha saneado un poco.
¿Ansar al–Sharia es efectivamente un movimiento terrorista?
Por el momento asistimos a una sobreestimación en los discursos, pero no ha habido ninguna actuación terroris que se le pueda atribuir a ciencia cierta. Ansar al-Sharia no es una organización firme sino un conjunto heterogéneo. Es un intento de organización del movimiento yihadista, pero no es un Al Qaida. Y tampoco se encuentran en Ansar al-Shaira todos los salafistas yihadistas de Túnez. Existen también otros grupos autónomos. La ideología yihadista tampoco preconiza una organización centralizada. Ansar al-Sharia se caracteriza por su fuerte anclaje en los barrios populares. No está embarcado en una estrategia de violencia en suelo tunecino sino en una estrategia de predicación para promover la ley islámica. Luego del asesinato de Chokri Belaid, el 6 de febrero, salieron portando brazaletes naranja para proteger los comercios del saqueo. Es decir que están organizados. Pronuncian un discurso antisistema, desarrollan todo un imaginario contra la policía, que ya era el de muchos jóvenes durante la revolución.
El riesgo es que se presenten manifestaciones sociales vinculadas a la pobreza y a la falta de trabajo, como las revueltas de los integristas, y que esta amalgama impulse a los salafistas a ubicarse tras la franja más radical. Si se detiene a la gente por su presunta orientación ideológica y no por acciones probadas, será un mal signo para la democracia. Esto conllevaría el riesgo de llevarnos a una radicalización mediante revueltas urbanas o a través de actos aislados. Sería más bien necesario dialogar con ellos y acompañar las medidas de seguridad con medidas verdaderamente sociales.
Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
Fuente: http://www.liberation.fr/monde/2013/05/21/le-gouvernement-tunisien-est-dans-la-mise-en-sc
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