Llamado a movilizarse en Madrid Túnez en lucha

Alma Allende

El gobierno tunecino reprime brutalmente las revueltas populares que piden condiciones dignas en un país asolado por el paro, la precariedad y la pobreza. La policía y el ejercito ya han asesinado a más de medio centenar de personas en el vigesimosexto día de protestas. Tenemos que responder ante estos crímenes. ¡Manifestación urgente ante la embajada tunecina!

Según datos de sindicalistas, militantes y medios alternativos tunecinos ya han sido asesinadas más de cincuenta personas solo en los últimos tres días. El número total desde que comenzaron las revueltas se desconoce, y la cifra de heridos, detenidos, torturados y desaparecidos es difícil de calcular. El gobierno está reprimiendo las manifestaciones, convocadas a diario, a través de la policía y el ejercito, a los que ha dado vía libre para usar cualquier medio. Estos acuden a las concentraciones armados con martillos en lugar de porras y han sustituido las pelotas de goma por balas reales. Las fuerzas de Ben Alí han llegado al extremo de abrir fuego contra los asistentes al funeral de tres adolescentes asesinados pocos días antes durante una protesta. El dictador también ha destituido al Jefe del Estado Mayor de los Ejércitos por negarse a disparar sobre los manifestantes poniendo en el cargo a “un militar más obediente”. Se están bloqueando los accesos a Internet, se han cerrado los pocos medios de comunicación que escapaban al control del gobierno y se están censurando todos los perfiles de Facebook que se solidarizan con las revueltas o intercambian información. Las universidades e institutos, que suponen el lugar de reunión más importante de los estudiantes para organizar las acciones, han sido cerrados indefinidamente. El ejército también ha tomado el control de los hospitales, donde hay escasez de sangre para los heridos que necesitan transfusiones. Hay pueblos y ciudades enteramente aislados por las fuerzas del gobierno o donde han sido tomadas medidas que van desde el toque de queda hasta las detenciones ilegales. A las 12 de la noche del martes 11 de enero llegan noticias desde barrios de la capital asediados por la policía y el ejército, que habría usado de nuevo armas de fuego contra los manifestantes, provocando de nuevo -según algunas fuentes- una decena de muertos.

Las revueltas comenzaron de forma espontánea en el centro del país el día 17 de diciembre, cuando la policía le confiscó sus mercancías a un informático desempleado que se dedicaba a la venta ambulante. El joven, ante la agresión de la policía, se suicidó al grito de “no al paro, no a la miseria”. Esto desencadenó movilizaciones entre la población local, que fueron respaldadas por las localidades vecinas. Se desató a partir de aquí una ola de manifestaciones en zonas cada vez más amplias de Túnez, a las que se unieron pronto grupos de campesinos, obreros, mineros, estudiantes y parados, junto con colectivos de abogados, periodistas y artistas contrarios al régimen. Se convocaron huelgas en varios sectores, que tuvieron un seguimiento considerable. A medida que las protestas se han ido extendiendo y acercando a la capital, el gobierno ha ido recrudeciendo la represión, lo cual solo ha conseguido masificar el movimiento, a pesar de la falta de una organización bien coordinada, de la ambigüedad del sindicato UGTT y de la censura de los medios de comunicación. Todo el país está ahora mismo movilizado, y cada día se convocan manifestaciones cada vez más radicales y menos dispuestas a echarse atrás. Una huelga general se anuncia para los próximos tres días en las principales ciudades del país. Ha aumentado también el número de personas que se han suicidado como forma de protesta, muchas de estas quemándose a lo bonzo; entre ellos se cuenta incluso un estudiante de bachillerato. Ante esto el gobierno ha reaccionado cortando la electricidad en numerosos barrios de la capital después de que una mujer con sus tres hijos amenazara con matarse subiéndose a los cables de alta tensión. Los estudiantes toman parte cada vez más activamente en las revueltas, en su condición de futuros parados o trabajadores precarios, posicionándose firmemente contra los ataques neoliberales y la situación política y económica actuales. Los estudiantes también han tomado varios institutos y facultades, y hay fuentes que afirman que algunos de ellos ya han sido asesinados por la policía. Las reivindicaciones de los que participan en lo que algunos medios están llamando “la Intifada tunecina” son claras y demuestran toda la rabia acumulada durante veintitrés años de dictadura feroz y de represión sistemática en un país que, además, como aliado de Europa y amigo de occidente, es también víctima de la economía capitalista.

Ante esto, la comunidad internacional se calla, o se limita a llamar la atención al Presidente por su incapacidad para mantener la “calma” entre los ciudadanos. Francia ha llegado más lejos, declarando que sus relaciones con Túnez son buenas y que van a seguir siéndolo. Sin embargo en París, en Berlín y en otras ciudades europeas ya se han convocado concentraciones frente a las embajadas tunecinas por parte de organizaciones de izquierdas y anticapitalistas.

Creemos que, como internacionalistas, es necesario que demostremos nuestra solidaridad con el pueblo tunecino, no solo porque está siendo víctima de una represión indiscriminada, sino porque es un ejemplo más de las luchas que se llevan librando durante los últimos meses en Europa contra este sistema y sus ataques neoliberales, y que son prioridad nuestra como anticapitalistas.

Por eso Izquierda Anticapitalista, a petición, además, de un grupo de activistas tunecinos residentes en el Estado Español, convoca el jueves 13 a las 19h. una concentración frente a la Embajada de Túnez en Madrid, situada en la Avda. Alfonso XIII 64, Metro Avda. de la Paz.

Alma Allende